EN BRAZOS DE LOS SIGLOS
Cuando profundamente esté dormido
en brazos de los siglos, y esté ausente,
nada sabrás de mí, e indiferente
te será que en el mundo haya vivido.
¡Tanta ambición y anhelo perseguido!
Dime, ¿de qué sirvió si, ya inconsciente
de toda realidad, en tu presente
no existe ni el recuerdo de haber sido?
Contigo hablando estoy, ahora que puedo,
aunque quizás no hayas aún nacido,
pues quiero recordar que te antecedo,
y que veas en qué me he convertido,
pues tú tendrás igual que lo que heredo:
¡la muerte y destrucción en el olvido!