ALMA OTOÑAL
Tengo el alma teñida de amarillos
otoñales, y cobre envejecido,
madura de experiencias,
serena de inquietudes,
calmada de apetencias,
sumisa y resignada a su destino.
Tengo el alma con hojas ya caídas
que están en vertederos del olvido:
las páginas pasadas
de afanes imposibles
en múltiples batallas
de ingenuo corazón entonces niño.
Frustrada por un mundo de intereses,
tengo el alma tardía en un vacío
repleto de añoranzas,
cargado de silencios,
baldío de palabras,
juguete del azar y de su sino.
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