LATIDOS
Está el espacio henchido de presencia
con esa inmensidad de tu mirada.
Empapado en tus ojos,
qué aliento de ternura
percibido en la estancia;
qué cercano el perfume de tu piel;
qué enorme la dulzura de tus besos;
qué plenitud de amor.
Un halo de armonía
se extiende en el espacio que nos une
con caricias ansiosas de unos cuerpos
que viven sus anhelos compartidos.
Y en este palpitar de sensaciones
nuestra esencia se impregna del delirio
que desborda sentidos embebidos
en latidos colmados de deleites.
Y el néctar destilado en nuestras almas
va impregnando los besos
con la caricia al oído de un «Te quiero».