A UN RUISEÑOR MUERTO
He hallado un ruiseñor
tendido en la vereda.
¡Cuánto canto callado
había en la alameda!
Dormidas en sus ramas
notas de luna llena,
silencio sobre el agua,
negra la verde hiedra,
callado su ramaje
sin trino que ofreciera.
¡No quedan ruiseñores
en esta mi ribera!
He hallado a dulce amigo
tendido en la vereda;
negros están sus ojos
muerto sobre la tierra.
Se han teñido de luto
del río hasta las piedras,
las hojas ya tiritan,
¡frío les da la ausencia!,
el viento en su gemido
deja un halo de pena.
¡No quedan ruiseñores
ni alma de poeta!
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