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EL MISTERIO DE LA POESÍA LORQUIANA EN “MUERTE DE ANTOÑITO EL CAMBORIO”

EL MISTERIO DE LA POESÍA LORQUIANA EN “MUERTE DE ANTOÑITO EL CAMBORIO” 

 

                                                                       Por LUIS DE LA ROSA FERNÁNDEZ

 

 Ya es una aventura apasionante de resultado incierto enfrentarse a un texto para hacer un comentario del mismo, pero hacerlo ante un texto poético de Lorca como el presente podría considerarse un atrevimiento profanador. El misterio de la poesía, el “no sé qué” de los críticos del XVIII es para el comentarista moderno una tarea que, a pesar de los instrumentos y técnicas que se poseen, no está carente de dificultades. No dejamos de admirarnos cuando nos acercamos a un poema y descubrimos un ritmo de sus versos que provoca una especial sensación; o apreciamos el brillante efecto de un epíteto; o encontramos la sutil potenciación de una palabra debido al artificioso hipérbaton; o nos admiramos ante el prodigioso efecto que produce una brillante comparación; o … qué sé yo cuántos recursos podríamos citar porque los hemos visto cientos de veces usados con más o menos acierto en la literatura. Pero el crítico, cuando se enfrenta con un poema de Federico García Lorca, Federico para nosotros, queda desarmado. La poesía de este granadino singular se resiste como ninguna otra a desvelar su misterio. Notamos su fuerza, su vigor, su “no sé qué” que nos embriaga y nos hechiza, pero nos cuesta trabajo descubrir su secreto. ¿Será que la poesía de Federico era intuitiva sobre todo? Se nos podría responder que no, que todo arte es una alianza entre intuición y sabiduría. Ya lo había dicho otro poeta que había deambulado por estas tierras cuando fue nombrado prior de varios conventos y  visitador de Andalucía, donde vivió sus últimos años. Cuando una monja le preguntó a S. Juan de la Cruz que quién le daba esas palabras tan hermosas le respondió: “Hija, unas veces me las da Dios y otras las busco yo”. Magnífica respuesta que pone de manifiesto la necesaria alianza que ha de darse en cualquier creador, ya sea literario o de otra índole. Por esto ya sabemos que todo poeta, y a ello no escapa Federico, es una feliz alianza de estas dos potencias: trabajo e intuición. Pero lo que quiero decir es que, después de leer cualquier poema de este poeta singular, da la impresión de que predomina en él una intuición poderosa que lo aleja del frío artesano y sin embargo lo acerca al calor apasionado de un sentimiento auténtico que brota del corazón. No negamos que Federico sea técnico: el hecho de medir sus versos, el buscar una rima junto a otras sutilezas demuestra que técnicamente pretende someter el lenguaje a un esquema ya determinado, pero no es ahí donde podemos encontrar el auténtico valor de la poesía lorquiana. La fuerza de esta poesía, singular y diferente, hay que buscarla en la capacidad que nuestro poeta tiene para la evocación, para sugerir sensaciones, para transmitir sentimientos a través del mundo del significado. Metáforas inéditas, comparaciones increíbles, la connotación y todos los recursos referentes al significado de las palabras son los aspectos que hemos de analizar para intentar comprender la poesía de nuestro gran poeta universal.

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LA GRAMÁTICA: ¿ TEORÍA APRÍORÍSTICA O EMPÍRICA ?

LA GRAMÁTICA: ¿ TEORÍA APRÍORÍSTICA O EMPÍRICA ?

 Luis de la Rosa Fernández

Una de las principales dificultades de nuestros estudiantes de Lengua reside en su capacidad para comprender las cuestiones gramaticales, especialmente la sintaxis. Quiero aprovechar esta ocasión para preguntarme por qué esto es así e invitaros a que hagáis la misma reflexión. ¿No es posible pensar que lo que les estamos ofreciendo con el nombre de GRAMÁTICA es un ente lógico-filosófico-morfofuncional imposible de digerir por una mente que está más predispuesta a asimilar exposiciones bien estructuradas y con rigor científico antes que ese galimatías al que ya no sabemos si llamarlo gramática?

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INTRODUCCIÓN A LA EDICIÓN DE LAS RIMAS Y LEYENDAS DE GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

INTRODUCCIÓN A LA EDICIÓN DE LAS RIMAS Y LEYENDAS DE GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER EN LA EDITORIAL VELA, GRANADA 2000, POR

LUIS DE LA ROSA FERNÁNDEZ

 

BIOGRAFÍA

José María Domínguez Insausti, sevillano y pintor, que había adaptado el apellido de sus ascendientes flamencos ¾Bécquer¾ nació a principios del siglo XIX (22-1-1805) y se casó, a los 22 años, con doña Joaquina de la Bastida Vargas. Era una familia perteneciente a la nobleza pero sustentada básicamente por la actividad de D. José María. Fruto del matrimonio fueron ocho hijos, todos varones: el quinto fue Gustavo, nuestro poeta, nacido en Sevilla el 17 de febrero de 1836, cuando su padre tenía 32 años. A este sólo le quedaban cinco años pues moriría en 1841, y la situación económica de la familia se deteriora. De estos primeros años de Gustavo Adolfo Bécquer sabemos poco. Cuando tenía ya diez años ingresó en el colegio de S. Telmo, institución que acogía a hijos huérfanos de la nobleza venida a menos y con once años pierde también a su madre. Lo recoge su tío D. Juan de Vargas y después su madrina Manuela Monnehay, en cuya biblioteca tiene Bécquer la oportunidad de leer a Chateaubriand, Balzac, madame Staël, Byron, Victor Hugo, Musset y Espronceda, entre otros. A los catorce años ingresó en un taller de pintura donde estuvo algo más de un año para pasarse al taller de su tío Joaquín, hermano del padre, donde ya estaba también Valeriano, el hermano con el  que más unido estuvo siempre. Fue este tío suyo el  que, advirtiendo la afición de Gustavo Adolfo a las humanidades, le costeó este tipo de estudios. Efectivamente ya desde muy niño escribía poesía y con doce años había escrito la Oda a la muerte de don Alberto Lista, donde se aprecia un buen conocimiento de la preceptiva literaria. Su adolescencia, conjuntamente con sus amigos Narciso Campillo y Julio Nombela, fue de gran actividad poética, soñando los tres en publicar conjuntamente en Madrid.